Llegó de humilde linaje pero gran llantar,
oro, incienso y mirra a su orilla fueron a dejar,
océanos por doquier besaban su arena y su don,
había nacido la isla algodón.
En su cielo bailaban rosas, ángeles, luces y santos,
cantaban a coro gemas de alabastros,
en toda cueva se oía el rugir de los astros,
con olor de alelí y el do,re, mi de sus cantos
Con la dulzura de sus arenas de miel,
van creciendo corazones carentes de arancel,
hay entradas y salidas para estrellas sin cincel,
habrá siempre un beso para el roce de su piel.
Se que un día llegará hasta ella el perdón,
de noches inciertas y faros heridos,
aunque navegantes nunca estarán perdidos,
pues arribarán a su isla, la isla algodón.
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